No preguntes si te amo,
no quieras bajar las estrellas,
no vulneres lo trascendental,
no perpetúes lo que tiene un tiempo.
Mejor cree en tu propio amor,
cobija las estrellas desde su lejanía,
trasciende en tu propio espacio,
y eterniza tu tiempo en compañía de otro tiempo.
No somos mejores por ser quienes somos,
somos mejores por entender nuestros límites,
y por entregar dichos límites como ofrenda,
por darnos en nuestra grandeza y miseria a la vez.